Plantas y elementos naturales

Las plantas son las protagonistas indiscutibles: flores de estación, arbustos, enredaderas, musgos y hasta árboles jóvenes. Cada especie aporta una textura, un color y una vitalidad distinta. A ellas se suman piedras, agua, semillas y tierra, que no solo sirven de base, sino que forman parte del mensaje artístico. La elección de estos elementos no se hace al azar: el artista debe considerar la resistencia, la adaptabilidad y el simbolismo de cada uno.

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Recursos de apoyo

Aunque la naturaleza es el eje central, las obras también requieren estructuras que las sostengan. Macetas decorativas, bases de madera, alambres, sustratos nutritivos y sistemas de riego automático forman parte del conjunto. Estos recursos no quitan protagonismo a la naturaleza, sino que permiten que la obra se mantenga viva y evolucione con armonía. Incluso en algunas piezas se integran sensores tecnológicos que ayudan a monitorear humedad o luz, demostrando que la ciencia también puede ser aliada del arte.

Arte efímero

El arte efímero está diseñado para existir solo por un breve periodo de tiempo. Puede estar hecho de flores que marchitan en pocos días, hojas que se dispersan con el viento o figuras de arena que desaparecen con la lluvia. Este tipo de creación recalca que la belleza no está en la duración, sino en el momento presente.

El espectador entiende que la obra se transformará o desaparecerá, y esa conciencia convierte la experiencia en algo más profundo y personal.

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Arte sostenible

En contraste, el arte sostenible busca obras duraderas que además contribuyan al bienestar del entorno. Ejemplos claros son los jardines verticales, techos verdes o esculturas vivas que embellecen los espacios al mismo tiempo que purifican el aire y reducen el calor urbano. Este tipo de arte requiere un compromiso a largo plazo: el artista o la comunidad deben cuidar la pieza para que continúe viva. Así, se transforma en un legado artístico y ecológico.

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